Hoy os voy a hablar en el blog sobre una idea que me ha parecido innovadora: “El propio alumno debe involucrarse en el proceso de su evaluación”

Lejos quedan aquellos días en los que estudiabas y memorizabas, casi siempre la noche anterior, los contenidos de un examen y te presentabas a él. De esta forma, a los tres días ya no te acordabas de nada o casi nada. Desde mi observación de alumno, -mi “hobby” son los idiomas y siempre estoy matriculado en alguno-, en general somos bastante “pasotas”, ni nos motivan las actividades ni, a veces prestamos interés.
Por eso me ha parecido bastante innovador que hasta cierto punto sea él, el alumno, el que piense en sus necesidades de aprendizaje, las manifieste y después se vea comunicativo y atento en la práctica y se dé cuenta de los progresos (suficientes o no) que realiza. Siempre, antes de finalizar el tiempo de clase tendré preparado un cuestionario para, además de tener mi apreciación personal sobre la evolución del grupo en ese tiempo, el alumno disponga de la suya propia.

Me tachareis de “anticuado”, pero incluiré sobre todo las estructuras gramaticales utilizadas en ese tiempo para que el alumno se vaya acostumbrando a ese simbolismo y denominación. Esto es debido no a mi experiencia como estudiante de inglés, sino a mi contacto con nativos de esa lengua que se maravillaban de que, con la preocupación de que no entendiesen, utilizase estructuras gramaticales para ellos casi desconocidas. Soy partidario de que se aprenda un idioma, incluso se llegue a dominar a nivel coloquial, pero es muy importante también dominarle a nivel académico.
Un saludo a todos los lectores, y especialmente a Alfredo Orive, sus opiniones siempre me han hecho reflexionar (espero que siempre para mejorar).