Mi nombre es Manuel y estudié Periodismo en Madrid hace algunos años, aunque es una decisión de la que no me siento especialmente orgulloso. Quizás si pudiese volver atrás en el tiempo habría tomado el mismo camino, pero con la perspectiva que otorga el hacerse mayor –que no viejo– ahora lo veo todo distinto.

Ni es una profesión que me guste especialmente, ni comparto su funcionamiento hoy en día, que creo que dista mucho de lo que debería ser, hasta el punto de que tengo la triste sensación de que es un oficio que se ha traicionado a sí mismo.

Pienso que lo que me motivó a estudiar comunicación fue la magia de la radio, que siempre me ha fascinado, pero mi verdadera vocación estaba en las aulas.

Mucho tiempo después, por circunstancias de la vida, me surgió la oportunidad de hacer mis primeros pinitos como profesor de ELE en un colegio de educación secundaria de Canadá. Fue una experiencia maravillosa de la que guardo gratos recuerdos y que cambió mi vida por completo: desde el instante en que se terminó supe que aquello tenía que volver a empezar en algún otro lado. Me ayudó a darme cuenta de que dar clases de lengua española era lo que de verdad me gustaba, mucho más que las mejores tardes de radio que había sido capaz de juntar hasta la fecha en mi corta carrera profesional.

Este año, el destino caprichoso me colocó en otro rincón del mundo, mucho más recóndito y exigente que las praderas norteamericanas y al menos igual de frío:
Noruega. Desde la puerta al Polo Norte descubrí la opción de iniciar el curso de formación de profesores de ELE que acabo de finalizar. Y de nuevo la misma sonrisa de satisfacción que experimenté en Canadá se ha dibujado en mi cara.

Estoy muy agradecido al Instituto Hemingway por el trato, las facilidades y los conocimientos que he aprendido durante los últimos meses. Buscaba un programa de iniciación a la docencia del español como lengua extranjera que fuera sencillo, pero al mismo tiempo lo más completo posible. Una ecuación difícil de compaginar, pero a la postre, como he comprobado, no imposible.