Una frase muy conocida es que “la música amansa a las fieras”, y de hecho, siempre utilizamos la música como elemento relajante y en la mayoría de los casos pasa a formar parte de nuestra vida cotidiana. Sin darnos cuenta, escuchamos y tarareamos melodías continuamente, algunas de ellas, canciones de cuna o de nuestra niñez, que han estado ligadas a nosotros y no hemos olvidado ninguna de sus letras, incluso algunas canciones que aprendimos quizá, en otro idioma.

Hace unos años tuve la oportunidad de trabajar en un centro infantil con niños desde 4 meses a 6 años. El centro está ubicado en Cataluña, por lo tanto, las lenguas oficiales son las de: castellano y catalán, pero este centro ofrece la modalidad trilingüe, teniendo el inglés como otra lengua más. Mi cometido en ese centro era, la de profesora de inglés y con éxito integré el idioma dentro de la rutina castellano-catalana. Desde los bebés hasta los niños de 5-6 años estaban expuestos a los 3 idiomas desde que entraban por la mañana hasta que les recogían por la tarde. Empezábamos las clases cantando, siempre canciones adecuadas y adaptadas al tema principal del día, todas las canciones iban acompañadas de acciones, las cuales los niños aprendían fácilmente y repetían con entusiasmo.

A los pocos meses de estar trabajando con gente tan joven, me sorprendí gratamente al descubrir que estos niños no solo habían aceptado el idioma inglés como uno más, sino que también entendían las rutinas e incluso utilizaban palabras y frases sencillas en ese idioma -conmigo-, ya que solo me asociaban con ese sonido.

Para los padres era divertido escuchar a sus hijos cantando en inglés o incluso oírles utilizar algún imperativo cuando querían pedir algo. También muchos de los adultos aprendieron bastante vocabulario a través de las canciones de sus hijos, las cuales escuchaban cuando iban en el coche o cuando estaban en sus casas. Hasta los bebés se beneficiaban de las actividades y participaban en su medida con gestos y movimientos de brazos.
Fue una experiencia muy bonita y gratificante trabajar con gente tan jovencita, ya que no hay nada más bonito, que ser recibida y despedida –todos los días- en tu trabajo, con una sonrisa amplia y un abrazo.