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Profesora de español con niños americanos

Mi experiencia como profesora de Español ha sido hasta ahora breve, pero también muy enriquecedora y gratificante. He de señalar que trabajar como docente es algo que me apasiona desde siempre porque implica dedicación, seriedad y aportar a alguien algo que de tus conocimientos y experiencias. Además está la relación que se establece con los alumnos, de los que siempre aprendes un montón de cosas y con los que, muchas veces, llegas a relacionarte mucho más allá de las clases.

Yo conocía la enseñanza del Español desde la perspectiva de una licenciada en esta materia que da clases a niños y adolescentes para superar sus asignaturas del colegio e instituto. También tenía la experiencia de dar clases de una lengua extranjera, en concreto de Francés, a personas de todas las edades e intereses. En el primer tipo de clases me sentía muy cómoda porque domino perfectamente la materia, del segundo grupo me gustaba la capacidad práctica que aportaba a mis alumnos para enfrentarse a situaciones reales que se les podía plantear entre hablantes franceses, además eran clases voluntarias a las que el alumno asiste por vocación de aprender, no por obligación. Al descubrir la enseñanza de Español a extranjeros se juntaron los dos aspectos que más me satisfacían: enseñaba mi lengua, que conozco como nativa y como especialista, con un sentido práctico y unos fines comunicativos y mis alumnos la aprendían de forma voluntaria.

La primera vez que me enfrenté a un aula de extranjeros fue con grupo familiar de diez niños estadounidenses de entre 10 y 12 años. Suponía un reto, no hablaban español y apenas disponíamos de un mes de clase distribuidas en sesiones de 90 minutos. Teniendo en cuenta las características del grupo pensé en cuáles serían las claves para organizar las clases y decidí que serían las siguientes:

- Mantener la atención y la motivación de mis alumnos. Hacer una clase provechosa, pero también entretenida y estimulante. Para ello era imprescindible realizar actividades de duración limitada y muy variadas en las que se sientan los protagonistas del proceso de aprendizaje.
- Enfocar las sesiones desde una perspectiva lo más práctica posible. el alumno debe ver sus progresos y la aplicación de los mismos a la vida diaria. Si aprendemos una lengua o la enseñamos, como en este caso, debe servir para comunicarnos. Esto no implica, por supuesto, prescindir de las explicaciones teóricas, que deben ser breves y claras y que no deben ocupar más de la cuarta parte de cada sesión.
- Fomentar la participación de los alumnos, de tal manera que se sientan auténticos protagonistas del proceso de aprendizaje.
-Trabajar de forma ordenada todas las destrezas. No debemos olvidar ninguna de ellas porque todas son importantes y todas intervienen en el proceso comunicativo. Es cierto que algunas presentan mayor dificultad que otras, sobre todo en determinados alumnos, y por ello debemos trabajarlas más, pero sin excluir ninguna.
- Atender al grupo sin olvidar nunca las necesidades individuales de cada alumno ni su nivel, sus motivaciones, sus necesidades didácticas y sus posibles problemas en determinadas destrezas.
- Servirme del juego para desarrollar todos los aspectos anteriores. El juego me parece fundamental en toda enseñanza, es un instrumento muy eficaz y muy ameno pero aún más en este caso en el que la edad de los alumnos oscila entre los 10 y 12 años. Además favorece la participación activa de todos y la creación de un clima positivo y asociativo y de intercambio mutuo, cuando se realiza en grupos. Por otro lado el juego lo podemos aplicar en distintas fases del aprendizaje: como análisis previo de los contenidos a tratar, una vez explicados o como revisión final.

Dos aspectos que tengo en cuenta a la hora de seleccionar los juegos es que no impliquen excesiva competitividad, evitando que la necesidad de ganar sea muy demasiado acusada y genere problemas entre los alumnos y que sean acordes a su edad.

Para desarrollar este primer punto organizo equipos que van variando en miembros, de tal forma que todos colaboren con todos y no se generen rivalidades. Para seleccionarlos tengo en cuenta la edad y busco un equilibrio con juegos no demasiado infantiles, pero interesantes para ellos. Recordemos que están en una edad de pre-adolescencia, donde la madurez es diferente en cada alumno y lo que a unos les parece divertido, otros pueden encontrarlo infantil.
Al final del curso , los resultados obtenidos han sido excelentes: los alumnos han aprendido y han decidido continuar estudiando español en su país. Es evidente que algunas claves expuestas pueden variar según las características del grupo de alumnos al que va dirigido, de ahí la importancia de realizar un análisis previo del mismo.



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