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Consideraciones filosóficas sobre la enseñanza del español como lengua extranjera

Afirma Ludwig Wittgenstein en el Tractatus:«Los límites de mi lenguaje son los límites de mi mundo» . ¿Qué podemos decir desde esta afirmación acerca de la enseñanza del español como lengua extranjera?

En diferentes planteamientos del Tractatus Wittgenstein trata de definir
cuáles son los límites del mundo. Asume en primer lugar que es posible hablar
de límites del mundo, puesto que sólo conocemos un mundo, y ese mundo que
conocemos es nuestro mundo, sólo podemos decir por tanto que: «el mundo es mi
mundo». En segundo lugar, al definir qué entiende Wittgenstein por «el mundo»,
afirma el filósofo austriaco que el  mundo es la totalidad de los hechos y los
hechos son estados de cosas. Así, plantea Wittgenstein un isomorfismo entre
mundo y lenguaje: «el mundo es mi lenguaje». Pues, el lenguaje es representación
del estado de cosas que conforman el mundo y el mundo para cada uno de nosotros
es tal como nos lo hemos representado, por eso, Los límites de mi lenguaje son
los límites de mi mundo

De acuerdo con esto, para Wittgenstein, una
proposición es un pequeño fragmento del lenguaje que representa un fragmento
del mundo, de tal manera que cuando enseñamos un nuevo lenguaje a un
extranjero, le enseñamos un modo de percibir y experimentar las cosas.
Efectivamente los objetos no cambian para aquel aprendiz, pero el estado de
cosas, es decir, tal como se organizan los objetos del mundo, su valor y
utilidad, su manera de relacionarse entre sí, sí cambia. Se entiende desde esta
perspectiva que aprender un idioma es aprender un mundo. Debido a esto,
remitirse de manera exclusiva a la enseñanza de la gramática en un curso ELE
resulta un valor insuficiente para los logros y objetivos que se persiguen en
la enseñanza. Es claro que enseñar gramática tiene un gran valor, pero es un
valor insuficiente; el sentido de lo que se dice, la metáfora, el doble sentido
del chiste, la acentuación en una exclamación, la gesticulación, los usos y
costumbres, son manifestaciones lingüísticas que escapan a las leyes del
lenguaje por sí solas.

Wittgenstein concluyó, años después de haber escrito su Tractatus, que la lengua
no escapa a la subjetividad de sus hablantes, la única objetividad posible es
la intersubjetividad. Así, se puede decir que el estudio de las leyes del
lenguaje debe ir acompañado del estudio de las leyes de su uso, los cuales
están directamente relacionados con el estudio y experimentación de contextos
significativos.


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