Hacía tiempo que no me paraba a echar cuentas, y hoy lo he hecho. Son dieciocho los años que llevo dedicados a estudiar inglés y teniendo en cuenta que estoy rozando los veintiséis la proporción asusta un poco. “El inglés es el idioma más importante de todos. Sin inglés no encontrarás un buen trabajo nunca”… ¿Cuántas veces habéis escuchado frases como estas? Siempre pensé que tenía mucha suerte de que se me diera tan bien esa lengua tan tan importante, así que decidí que explotarla al máximo era la mejor decisión que podía tomar. Estudié en academias, en la EOI, y Magisterio con especialidad de lengua extranjera y ahora estoy en mi cuarto curso trabajando como “teacher”.
Todo estaba encaminado a seguir la ruta natural: unos años más trabajando en este centro, hacer algún cursillo para refrescar la formación, quizá plantearme presentarme a oposiciones… Pero todo cambió cuando empecé a viajar y tras unas prácticas en el extranjero, una beca de estudios y un par de veranos trabajando como monitora en UK me di cuenta que la enseñanza de lenguas se escapa de lo cotidiano, abre ventanas y puertas al mundo y permiten a los estudiantes conocer más y mejor la inmensidad de países y culturas existentes.
Las vueltas que mi vida ha dado en los últimos años, hacen que tras años de dedicación a estudiar inglés ahora me vea estudiando un curso de ELE. Me cambio de bando, pero solo a medias. Cuando empiece a trabajar en Londres como profe de español, seguiré siendo la profe que habla raro, la que sabe cosas súper interesantes de países lejanos, aunque perderé mi título actual: “laticher” (así, todo seguidito como lo dicen mis niños de infantil).

En los próximos meses cambiarán muchas cosas, pero espero que las esenciales sigan estando presentes en mi forma de trabajar y pueda seguir al menos intentando cambiar un poquito la perspectiva y las ganas de conocer el mundo de los más pequeños.