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Las lecturas adaptadas en la enseñanza de español como segundas lengua

Una de las destrezas lingüísticas que en cualquier metodología de enseñanza a lo largo de la historia se ha considerado esencial es la comprensión lectora. Incluso en el método comunicativo, que centra todos sus esfuerzos en aportar situaciones reales de comunicación y enfatiza en la producción oral, se pretende reforzar constantemente la comprensión lectora, tanto en clase como en ejercicios fuera de ella. Es, así, y si ninguna duda, una destreza clave que el profesor debe potenciar.

Es común, y algo clásico, en la enseñanza de segundas lenguas el uso de libros adaptados a diferentes niveles con el fin de ejercitar la comprensión lectora. Resulta, sin duda, un material muy útil, ya que los alumnos de un nivel avanzado no tienen las mismas dificultades para comprender un texto que aquellos que acaban de iniciar el curso. Además, permite unir el refuerzo de dicha destreza con un ejercicio entretenido —la lectura de un relato o un libro— sin olvidar el importante contenido sociocultural, pues muchos de estos libros son clásicos de la literatura del país de la segunda lengua, en este caso España. Es aquí, bajo mi punto de vista, donde el uso de dichos libros adaptados pierde su fuerza y donde me permito poner en entredicho su uso en la enseñanza de segundas lenguas.

Siempre he considerado que un profesor de segundas lenguas, además de su función como docente, es un vehículo de su cultura, sus tradiciones e historia, posiblemente la primera toma de contacto que tienen con la realidad sociocultural del país cuya lengua quieren aprender, responsable de que se transmita de la forma más veraz posible. Y aparecen en este momento una serie de libros modificados, reducidos en su contenido y en su forma: una especie de resúmenes donde se condensa la historia y el lenguaje se adapta a las necesidades del nivel que se desee. Literariamente, sin ninguna duda, esto supone una aberración. Pero sumado a esto el papel del profesor como vector de cultura y tradiciones se ve en un fracaso también. Estas aportando al alumno material falso, estás eliminando el estilo de un escritor y alterando un libro que, en muchos casos, es un clásico de la literatura y parte inherente de nuestra cultura, que debe ser transmitida tal como es, sin modificaciones.

Al igual que pongo en duda el uso de estos libros, su valor didáctico es por otro lado importantísimo. De esta forma, su lectura no debería ser puesta en tela de juicio. Pero posiblemente exigiría al docente un esfuerzo mayor, seleccionando él mismo libros reales, sin alterar, cuyo estilo y lenguaje se adapten al nivel de su clase. No faltan ejemplos en nuestra literatura. Así, no se perdería esa herramienta didáctica que considero esencial, pero al mismo tiempo se transmitirían ejemplos reales de nuestra literatura y, como digo, de nuestra cultura.


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